Bienvenidos~

A través de las esporádicas palabras escritas aquí trato de explicar pequeños retazos de vida. No es nada fuera de este mundo. La simplicidad es algo que siempre tengo presente. Mis entradas son libres de comentar al público en general.
También se que mis escritos no puedan llegar a ser del agrado de muchos puesto a mi escaza (o casi desinteresada) habilidad de escritura, pero daré lo mejor de mi en este gran camino.
Sin nada más relevante que agregar: ¡BIENVENIDOS!

miércoles, 28 de marzo de 2012

Perdido en Sepia. XII Sutileza



Debí buscar en el vestíbulo
con mucho disimulo
y siempre en cuclillas
o se romperían esas estatuillas.

Hallé un papel con cierto grabado

algo que, según yo, era "regalado" :
Ante todo gran paso

debes "subir" con sumo cuidado.

Me senté a pensar,
creo algo llegué a olvidar.
En treinta minutos llegué a elucidar
que la respuesta, debajo mío ha de estar.

Baje toda la escalera
para descubrir que mismo era,
di la vuelta entera...
Todo fue una enredadera.

En el cuarto escalón reversible

hubo una llave, casi invisible.
La primera que llegué a encontrar

en mi dulce y tierno hogar.

Para ello no necesitaba de mucha proeza,
mas debería andar con mucha: Sutileza.

Perdido en Sepia. XI La Puerta Principal


Me encontraba bajo grandes rejas
que por mucho que empujaba
estaban muy apretadas, muy regias.
Luego, a gritar yo empezaba.


Supe que mi meta yo forjaba
aunque tuviese lejos todavía.
Quizás un consejo o alguna palabra...
pero creo que existen muchas trabas.


Así que estuve dispuesto a partir...
Prepararme yo antes de ir.


Con Coraje
Con Valentía
Sin ninguna cobardía


Empero subir del jardín no podía
muy diferente, suponía;
lo único que podía alcanzar
era la leñosa puerta principal.


Baje las escaleras,
paso a paso cada una de ellas.
En ese oxidado cerrojo
habían cuatro diminutos ojos.


Eran como aberturas
que yo debía llenar,
que yo debía buscar
y así mi aventura empezar.


"En casa esta todo" yo intuía,
tal vez no tangible, quizás figurativo.
Dejaré atrás todo aspecto cohibido
con ta de estar...contigo.

viernes, 16 de marzo de 2012

Puliendo mi Proyecto Personal

La imagen mostrada arriba es mi prototipo de  isologo (si está bien empleado el término) de mi  pequeño proyecto personal llamado "Perdido en Sepia". Ya que llegué a los diez (10) capítulos quisiera dar a conocer lo que sería mi "primer intento" de identificar mi historia. 
Si se da la oportunidad, quisiera también llevarla a "mini videos-poema" en Youtube.
Sin más que decir, gracias de antemanos por su atención.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Perdido en Sepia. X Disolucion



Levemente me alejé
de todas esas calles que pernucté.
Yendo a gran velocidad
a donde yo llamaba "hogar".


Hasta que subí al portón.
Me encaramé a cajas viejas
con cuidado, sin caer dentro de la ciega
ni hacer bulla a montón.


Así, me prepararía para otro día aburrido
pero no olvido lo ocurrido.


Tenía la esperanza de volver a esa aventura:
En trémulo, pero satisfactoria. 
Buscar siempre la victoria.
Desear una amistad que perdura.


Luego, en la mesa al llegar
me dieron de desayunar.
Pequeño festín que no he de ingerir,
lo quería yo compartir.


Me fui a la ventana,
pensativo, depresivo,
añorando planear otra salida
y descubrir los altibajos de la vida.




Y podernos encontrar... algún día



Perdido en Sepia. IX La Gran Colombia: Memorandum





Baldosas todas mugrientas
y con sus ropas cuasi amarillentas,
así era el ambiente
donde estábamos presentes.


Parecíase  una pequeña ciudad a descubrir,
con camaleros que trataban de sobrevivir,
con las caras demacradas de muchos legumbreros
y los ojos de incertidumbre de ciertos pordioseros.


Fue entonces que nos topamos con un frutero
que conocía a mi amigo desde su año primero.
Y con mucho cariño le dio una manzana,
según el para mantener su mente sana.


Nuestra hambre fue tal
que la compartimos a mordiscos.
Tan dura, tan jugosa;
tan escarlata, tan apetitosa.


Cuando arrojé su hueso corazón
me fijé en un armatoste de reloj. 
A las ocho queriendo su manecilla apuntar,
una decisión estaba dispuesto a tomar.


Y cuando quería empezar a hablar
una voz empezó a declamar:


Fue una aventura muy genialy aunque se estuvo en el peligro y en lo trivialgané experiencia, habilidady una divertida amistad.Tu futuro en mi no debes reflejarpuesto que tengo cosas a tribular.Las heridas de anoche desapareceránpero tu proeza no he de olvidar.Leonardo, mi apellido a saber;Leo, a secas conocíanme.Laméntome nunca introducirmepero era eso, antes de irme.

Y dije mi nombre de ángel,
aquel que no quise pensar
ni sus siete letras recordar.
Así que sonreí.


Para luego abrazar.

sábado, 3 de marzo de 2012

Perdido en Sepia. VIII ; Amanecer: Seguridad




Una rama cayó en mi cara,
levemente se estiraron mis pies;
Significaba que pronto me apurara
puesto que ya eran las seis.

Quería gritar a  despertarlo
aunque su nombre aun no sabía.
Tal vez pueda que lo sepa algún día,
había tiempo suficiente todavía.

Hubo cierto olor a nuestro rededor,
un interesante y fuerte hedor
característico de ese lugar.
Se nos impregno algo de bacalao.

Los pequeños rayos de sol
descendían de poco a poco a nuestra cara.
Lo de anoche no fue tan recordado,
pero muchas enseñanzas ha dejado.

Estaba entre el dilema de quedarme y volver,
de olvidar y vivir, de callar y soñar.
Pero temí no volverlo a ver,
aquél que debí defender.

Cuando quise decidirme,
dos pequeños pómulos enrojecieron
y  unos barullos a escuchar se dieron:
Se había despertado. Alegre y firme.

Ese mercado a nuestra diestra,
con vendedores de pescado y menestra,
era popular donde vivía.
Nombre de nación que ya no existía.

También hubieron chicos como yo vendiendo,
y su espíritu nunca desfalleciendo.
Eso siempre envidie, de forma lozana.
Su manera de amar y no rendirse, creciendo.

El estómago  rugiendo nos menguaba
nuestro entusiasmo de ver el amanecer.
Yo creo que ni él las ganas se aguantaba
de probar maicena blanca. ¡Qué exquisitez!

Faltaba una hora para apresurar mi decisión.
“Busquemos algo de comida”, fue lo que argumentó.
Sin titubear, lo acompañé hacia ese verde portón
donde la gente nos apretujaba a montón.

Era la entrada del mercado que tanto escuché,
aquel que nunca fui
o al menos me rehusé a ir.
Así, su mano fuerte apretujé…

No tuve nada que temer.